martes, agosto 16, 2005

CRÓNICAS MUNDANAS


Primera Parte
El loco del costal

Se sabe que pasó por el barrio cuando la basura que estaba en un costal en la puerta de tu casa está regada por la vereda. Algunas bolsas plásticas tampoco se salvan de sus garras y mucho menos las bolsitas de los centros comerciales, sus favoritas. Llega y se va pero siempre está ahí, merodeando por el parque, su dulce hogar.

Los vecinos de San Felipe dicen que llegó un día de no saben dónde y se quedó en el parque Manhattan desde entonces. Todas las mañanas se pasea semi desnudo por las calles, espantando a la gente a su paso. No dice ¡booh! Pero su solo aspecto haría correra a cualquiera.

Un pantalón raído y 20 costales encima son todo su atuendo. Traje que por cierto se lo ganó urgando en la basura de los vecinos de la urbanización en la que reside y peleando con los perros para que no rompan sus preciadas bolsitas.

Todos los días estrena chachá nuevo. Claro, no todos los días pasa la basura por San Felipe, pero algunos distraídos siempre dejan la basura desde el día anterior al programado por la Municipalidad de Comas.

Hoy luce una coqueta bolsita roja de Ripley Max que lleva en el pecho, una bolsa amarilla de Metro que combina con su pantalón gris con aberturas en los costados. Todo un símbolo fashion en la elegante pasarela de los borrachos y pandilleros que visitan diariamente el Parque Manhattan, y que todos los vecinos de San Felipe quieren eliminar.

¿Y la Policía? Bien, gracias. Por lo menos se cuenta un robo diario a la gente que cruza ese parque, pero nadie hace nada por ellos. ¿Nadie? Perdón. El loco del costal convertido en guachimán nocturno, ronda el parque con sus sensuales contorneos y espanta hasta a los choros más drogados.

Todo un personaje mundano. Llegó para quedarse y con costales amenaza a quien quiera sacarlo. Nadie ha podido hasta ahora y los valientes ya se agotaron. Pero es inofensivo de todas maneras, sólo cuide su basura señora, porque en cualquier momento puede llegar a su puerta, el loco del costal.

Segunda Parte
La chismosa del barrio

¡Señora Betty! Ding dong. El timbre vuelve a sonar y la tendera sale arrastrando sus chancletas hasta la ventana de su tienda donde se paran a esperarla los más pintorescos personajes de la Urbanización San Felipe.

La señora Betty no es sólo una tiendita de comestibles y baratijas como tiene todo barrio lejano a los grandes supermercados. Es también el set de Magaly Medina rural.

Sería extraño que si te ha pasado algo no lo sepa todo el barrio mediante la señito de la bodega. Es más, es más de seguro que allí se enteren las cosas antes de que te sucedan o de que te enteres si es que los chismes tienen que ver contigo.

Nadie en el barrio se le escapa. Ella y su séquito de rajonas están distribuidas estratégicamente por todo el Pasaje Dos de Mayo, en Comas. Pero eso sí, cuando rajan de su propia familia, te saca los ojos y con uñas y dientes te destroza con el siguiente chisme tuyo que se entere.

Vende todo caro, eso todos lo saben. Pero fía de vez en cuando. Sólo deben tener cuidado de pagarle con una moneda de cinco soles, porque es mucha plata para ella. Mejor págale con moneditas de sol y si tienes centavitos, mejor.

A pesar de ello, es la vecina más solidaria con los desvalidos. Sobre todo cuando se tienen que hacer colectas si alguien del barrio se enfermó. Ella se apunta para recoger, pero su devoción a San Codo la hacen tan temible como tramposa. Ella es doña Betty.

Tercera Parte
La mecánica de Papá

Otra vez amaneció mojada la habitación de Grissel, dijo la señora del 231 del Dos de Mayo algo molesta. Es la cuarta vez que pasa y los vecinos no quieren cancelar la instalación de esa ducha, ¿por qué será?

Todas las noches sin excepción, un ruido molestoso despierta a los Chávez, a parte del ruido, por lo menos una vez al mes el cuarto de su hija mayor amanece mojado, mejor dicho, inundado.

Los Chira tenían un taller mecánico hace años en una avenida cerca de San Felipe, del que la municipalidad los desalojó por falta de pago de arbitrios municipales. Desde ese día, hace tres años, hasta hoy, ese taller mecánico se ha trasladado a su hogar, el 223 del Dos de Mayo.

Según la legislación de zonas residenciales, está terminantemente prohibido el uso de viviendas en pasaje como talleres mecánicos o grifos por el peligro que significa para los vecinos. Sin embargo, para los Chira, la legislación no existe.

Han hecho tres pisos sin autorización, 10 ampliaciones y viven en esa casa alrededor de 35 personas, sin contar a los animalitos, ni a la gata que se volvió novia del gato de los Chávez.
Es por eso que siempre hay ruido, llantos, gritos y traspasos de agua de una casa a la otra.

¡Ay mis vecinos!, exclama la señora Chávez del 231. Es que si algún día de estos hay un temblor, ellos terminarían muertos aplastados, por la informalidad y por la falta de consideración de una familia que fueron los primeros en llegar a San Felipe, y que parece que nadie los sacará de allí.

Conclusiones

Estos tres personajes conforman la vida de una vecindad sin igual. San Felipe, que por años ha querido convertirse en distrito, siempre busca la modernidad. Tiene su propio serenazgo y sus 25 pollerías en una avenida de 10 cuadritas. Pero así es San Felipe, una urbanización turística que debe visitar.