martes, marzo 29, 2011

La amiga que ya no está


Hace 10 años se fue. Hace 10 años que se ha vuelto mi compañera infaltable a donde vaya. Como un ángel me cuida y dirige mi destino. A veces, traviesa, me juega malas pasadas. Otras, me hace la vida fácil y me ayuda a superar obstáculos impenetrables. Pero hoy más que nunca, la extraño.

Tengo una amiga que ya no está. Hace 10 años un maldito la mató. Y a veces siento que yo también contribuí con su muerte. Y no deja de atormentarme ese pensamiento. Sin embargo, no ha dejado de estar a mi lado ni un segundo desde el 05 de agosto de 2000. A mi lado, conmigo, como siempre habíamos estado cuando en el colegio comenzó nuestra historia.

Ella era muy especial en todos los aspectos. Era una solitaria que necesitaba cariño. Yo era una solitaria a la que le daba igual tenerlo. Y un día, sin más ni más, comenzamos a conversar.

Tenía amigas que no la merecían. Yo no tenía amigas. Pero apenas comenzamos a tratarnos, nos caímos de maravilla. Incluso un día, cuando estábamos en primero de secundaria, me invitó a su casa. Éramos unas niñas. Jugamos de todo un poco. En su compu, con sus muñecas, con sus juegos de mesa. Lamentablemente, hoy me arrepiento de no haber escrito esa visita a su casa antes, y es que la memoria me está fallando y casi no recuerdo muchos detalles que me encantaría describir en este momento.

Lo que sí recuerdo es nuestro último año juntas en el colegio. Cuarto de secundaria. Nos convertimos en las mejores amigas. Desde el primer día la sentaron a mi lado. Ella era un poquito dejada en cuanto a los estudios, y pues yo era la chancona del salón, así que tenía que apoyarla en todo momento.

Nuestro apoyo se convirtió en complicidad y nos volvimos inseparables. Pude entender su soledad. Que era obviamente diferente a la mía. La de ella era completamente justificada. Rodeada de lujos, pero no de gente. Rodeada de amigas que sólo la buscaban por lo que ella les pudiera ofrecer. Y ella comprendió la mía. Y juntamos nuestras soledades olvidándonos de ellas.

Compartimos muchas cosas. Lo que nunca pudo lograr fue que me quedara a dormir en su casa, pero ella sí se quedó en la mía. Jugando cartas, haciendo tarea, riéndonos y pasando un día inolvidable. Como en nuestro retiro previo a la confirmación. Cómo olvidar que brincamos de alegría cuando nos destinaron a dormir en la misma habitación. Y como teníamos miedo por las historias que nos habían contado sobre ese lugar, nos quedamos dormidas cabeza con cabeza en la misma cama.

Cómo olvidar el gran abrazo que nos dimos cuando nos reencontramos luego de unas largas vacaciones. Nos habíamos seguido comunicando, pero no era lo mismo que encontrarnos en persona. Nada me hizo sospechar que ese abrazo que nos dimos un 8 de marzo del año 2000 mientras nos matriculábamos para el colegio iba a ser el último. El último.

5 de agosto de 2000. Mientras estaba en casa conversando con mi mamá recibimos la noticia. Mi amiga ya no estaba. La mataron. La habían asesinado. No me pude controlar. Lloré a mares, como hasta ahora al recordarla. Era mi hermana, la que yo había elegido para mí. A la que había olvidado en los últimos meses desde que la cambiaron de colegio por los estúpidos chismes de las personas que ella consideraba sus amigas. Había olvidado llamarla en su cumpleaños. Aún así, la seguía recordando, y no perdía la esperanza de que nos volvamos a encontrar. Y ese día llegó. Pero la encontré en un cajón blanco, irreconocible.

Escribo cuando estoy triste. Pero el dolor que me causó su muerte me bloqueó por completo. No pude escribir nada sobre ella. Nada para ella. Hasta hoy. 10 años después.

Ella es mi amiga que ya no está. La de la sonrisa más linda. La que me había querido por mí misma. Mi mejor amiga. Me acompañó cuando viva, y hoy no me deja sola. Se ha convertido en mi ángel de la guarda. Que me acompaña y va al lado de todas las personas que amo, cuidándolas como a mí. Evitándonos sufrimientos, dolor. Pero ella sabe bien que la extraño. Y que más que nunca, la necesito a mi lado. Amiga, perdóname por no haberte sabido valorar. Nunca me dejes sola.

“Y mil ángeles contigo en el cielo... y tu alma que vela mis sueños... nuestros caminos se unirán con el tiempo... es un amor que será siempre eterno...”.

lunes, marzo 07, 2011

Departamento de Amigos Perdidos

Hoy perdí a un amigo. Para ser sincera, hace tiempo lo perdí. Tal vez el intentar alejarlo de mi vida hizo precisamente que ya no quiera volver a saber nada de mí. A veces siento que ya no me importa, pero otras veces, como hoy, se me vienen a la cabeza los buenos momentos. Y lo extraño. Y tengo ganas de presentar mi denuncia de “extraviado” en el “Departamento de Amigos Perdidos”.

Yo tuve un mejor amigo por muchos años. Muchos muchos años. Pero un día dejamos de serlo por razones que no vienen al caso mencionar. Un día me enteré que ya no era importante y me eché a llorar. Ese día lo perdí.

Nunca lo dejé de querer como amigo. Era muy fácil conversar con él de muchos temas. Y era divertido dentro de su sarcasmo que algunas veces sacaba de quicio. Llegué a entender de él lo que nadie había entendido. Lástima que viceversa nunca fue. Pero me gustaba pasar tiempo con él y escuchar las mil historias que siempre sabía contar.

Recuerdo cuadernos y frases y mensajes y llamadas telefónicas. Compartir cosas que sólo compartes con tu mejor amiga del mundo mundial. Yo tengo dos, aunque podemos agrandar la lista a cuatro si lo vemos por el lado amable. Pero a ese mejor amigo que sólo yo podía entender es que más extraño.

Me di cuenta que no encajaba en su mundo cuando dejó de importarle lo que me pasara. Me pasaban cosas, claro que me pasaban cosas, y a él también le sucedían, pero yo ya no las conocía. Dejé de conocerlo y de saber cómo estaba. Incluso el Messenger se convirtió en un helado medio de comunicación, pues podíamos vernos conectados pero ninguno abría la conversación.

Llegué a comentar un par de publicaciones suyas en su perfil social. Las borré. ¿Niñería? Tal vez, pensé, si yo no estoy en su panorama social, por qué tendrían que importarme sus actualizaciones feisbukianas. Sentimientos encontrados que le llaman. Arrepentimiento post abandono. Un quiero estar en tu vida de nuevo, puede ser.

Aún así hoy presenté ante aquel departamento inexistente mi denuncia de extravío. “Es que se me perdió un amigo”, dije. “¿Características?”, preguntaron. “Se me olvidaron”, respondí. “¿Alguna descripción personal?”. “Solía sólo ser comprendido por mí”. “¿Hace cuánto que lo perdió?”. “Más de cuatro años”. “¿Y recién pone la denuncia?”. “Recién me animo a hacerlo público, señor”. “Olvídelo señorita, esa amistad ya murió”.

Seguramente es así.