lunes, marzo 07, 2011

Departamento de Amigos Perdidos

Hoy perdí a un amigo. Para ser sincera, hace tiempo lo perdí. Tal vez el intentar alejarlo de mi vida hizo precisamente que ya no quiera volver a saber nada de mí. A veces siento que ya no me importa, pero otras veces, como hoy, se me vienen a la cabeza los buenos momentos. Y lo extraño. Y tengo ganas de presentar mi denuncia de “extraviado” en el “Departamento de Amigos Perdidos”.

Yo tuve un mejor amigo por muchos años. Muchos muchos años. Pero un día dejamos de serlo por razones que no vienen al caso mencionar. Un día me enteré que ya no era importante y me eché a llorar. Ese día lo perdí.

Nunca lo dejé de querer como amigo. Era muy fácil conversar con él de muchos temas. Y era divertido dentro de su sarcasmo que algunas veces sacaba de quicio. Llegué a entender de él lo que nadie había entendido. Lástima que viceversa nunca fue. Pero me gustaba pasar tiempo con él y escuchar las mil historias que siempre sabía contar.

Recuerdo cuadernos y frases y mensajes y llamadas telefónicas. Compartir cosas que sólo compartes con tu mejor amiga del mundo mundial. Yo tengo dos, aunque podemos agrandar la lista a cuatro si lo vemos por el lado amable. Pero a ese mejor amigo que sólo yo podía entender es que más extraño.

Me di cuenta que no encajaba en su mundo cuando dejó de importarle lo que me pasara. Me pasaban cosas, claro que me pasaban cosas, y a él también le sucedían, pero yo ya no las conocía. Dejé de conocerlo y de saber cómo estaba. Incluso el Messenger se convirtió en un helado medio de comunicación, pues podíamos vernos conectados pero ninguno abría la conversación.

Llegué a comentar un par de publicaciones suyas en su perfil social. Las borré. ¿Niñería? Tal vez, pensé, si yo no estoy en su panorama social, por qué tendrían que importarme sus actualizaciones feisbukianas. Sentimientos encontrados que le llaman. Arrepentimiento post abandono. Un quiero estar en tu vida de nuevo, puede ser.

Aún así hoy presenté ante aquel departamento inexistente mi denuncia de extravío. “Es que se me perdió un amigo”, dije. “¿Características?”, preguntaron. “Se me olvidaron”, respondí. “¿Alguna descripción personal?”. “Solía sólo ser comprendido por mí”. “¿Hace cuánto que lo perdió?”. “Más de cuatro años”. “¿Y recién pone la denuncia?”. “Recién me animo a hacerlo público, señor”. “Olvídelo señorita, esa amistad ya murió”.

Seguramente es así.

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