lunes, junio 06, 2005

¡CUIDADO! ESTUDIAR PUEDE SER DAÑINO PARA LA SALUD


El día que Koki salió corriendo calato por todo el barrio no fue precisamente Año Nuevo y no llevaba maleta alguna, simplemente lo hizo y todo el mundo se alertó. Su madre, pobre anciana, salió corriendo tras él con una manta para cubrir a su dulce hijito y algunas vecinas se atrevieron a llamarlo impúdico sin saber la verdadera razón de aquel "loco" suceso.

Todos siempre lo veían pasar bien uniformado y con la camisa limpiecita y almidonada. A todo el que veía lo saludaba con un buenos días o tardes o noches muy efusivo. Era el más educadito del barrio, aparte de católico y perteneciente al coro de la Parroquia de San Felipe y de chancón. Sí, era un chancón, de esos que no hacen otra cosa que estudiar. Nunca salía de su casa sino era para ir al colegio o hacer un trabajo y su mamá contaba a la señora Betty (siempre había sido en su bodega, donde todos se enteraban de los últimos chismecitos) que le había hecho la ley del hielo a la tele y que sus canicas y trompos los había cambiado por Shakespeare y libros de matemática.

No era un chico normal, y después del incidente fue que se dieron cuenta los vecinos, su obsesión por el estudio lo hacía diferente. Había dejado de lado su bici nueva que sus papás le regalaron después del último diploma de primer lugar en el colegio "Jean Piaget", por estudiar las leyes de Newton y Mendel. Y por estudiar no jugaba, y por estudiar se perdía su infancia, por estudiar hasta perdió la razón.

Sus padres nunca sospecharon nada, pero su hermano mayor sí. Se había dado cuenta que dormía poco y que tomaba mucho café y que en los últimos días antes de aquella noche no se peinaba ni tenía su camisita blanca y almidonada, sólo trataba de llenar su cabeza de cuanto conocimiento nuevo descubría en los libros, aunque por lo general encontraba lo mismo que ya sabía o había leído la semana pasada, y su tarea, realizaba hasta lo que ya no era su tarea; sus largos resúmenes de Historia o Geografía los aprendía de memoria, todos los teoremas de Matemática los entendía muy bien, todas las leyes habidas y por haber de Biología y Química, y por supuesto, todas sus canciones y oraciones del coro de la parroquia. Hasta que su pobre cerebro estalló, no resistió más. Necesitaba un buen descanso, que él nunca se lo había dado.

El ruido comenzó. Las paredes sonaban como si alguien las golpeara con ladrillos o sillas. Gritos desesperados y de pronto, portazos. Todas las luces del barrio se prendieron. La primera en salir fue la señora Betty, no podía perderse un nuevo chisme. La reja de la casa blanca se abrió. Un menudo jovencito de 16 años estaba corriendo desnudo seguido por su madre, su padre, su hermano mayor y sus hermanitas llorando en la puerta. Tenía los ojos desorbitados y gritaba como loco. Una de las vecinas estuvo a punto de llamar a la Policía por escándalo público. ¡Qué bruta!, le gritaron los vecinos, que impidieron que cometa una tontería (se habían olvidado que nadie en el pasaje tenía teléfono y que la vieja estaba en bata y con una masa verde que llamaba mascarilla en la cara). Pero el centro de atención era Koki que seguía corriendo completamente fuera de este mundo.

Tuvieron que pasar varios días para que la señora Betty se enterara de algo nuevo sobre Koki. No lo encerraron en el manicomio, pero sí le recetaron no estudiar. Cualquiera se sentiría feliz si le recetaran algo así, pero Koki no. Estaba trastornado, loco, fuera de sí. Parecía que sus neuronas se habían ido de vacaciones, se iban a tomar un buen descanso. La dieta del doctor fue muy estricta: mucha tele, paseos en bici, un partidito de fútbol cada fin de semana y otras tantas cosas más para que no piense sólo en libros. Hasta le recetaron tener una chica que lo distraiga, que ahora es nada más y nada menos que su esposa y que la tuvo que conocer por obligación del doctor.

El chico se curó, sí se curó, pero ya no fue nada como antes. Seguía siendo el chico de la parroquia, pero ya no el educadito del barrio. Estudió una carrera y se casó y se fue, y pocos se acordaron de Koki, el loco que salió corriendo calato una noche de octubre de hace un montón de años ni de la vieja marciana que quería llamar a la Policía por telepatía.

3 comentarios:

edgar dijo...

Wow! que cronica tan interesante.
Un saludo enorme!!!

Anónimo dijo...

Muy buena crónica,de verdad captaste la obsesión con el estudio,exageradamente, para que nosotros nos sorprendamos de la realidad,la cual a veces no queremos ver.

Anónimo dijo...

Vaya, año 2016, a pasado mucho tiempo para que yo la lea.
Muy interesante, aunque no estoy de acuerdo con que pasen
este tipo de situaciones