viernes, julio 08, 2005

MI PASADO Y MI ANHELADO FUTURO


Me recibió con una pierna en alto, sentada en su sillón de siempre, donde recordaba haberla dejado hace más de 8 años. La vi igual, a pesar de que por su rostro se asomaban ya las arrugas propias de su edad. Y, sin embargo, el carácter no cambió nada. Era la misma Yola.

Los recuerdos de la niñez empezaron a fluir lentamente en mi cabeza. Cuando la conocí, era la animadora infantil que más tiempo había permanecido en las pantallas de la televisión peruana, y la más querida por los niños peruanos de varias generaciones. Hoy, bastante tiempo después de aquel día en el que con una sonrisa en los labios me dijo "eres parte del elenco", la volví a ver.

La puerta de madera se abrió lentamente a los cinco minutos de mi arribo. Ella no es precisamente la mujer más puntual, y como no había anunciado mi visita con la anticipación debida, la espera fue bastante larga.
Recordé entonces aquella vez, cuando contaba sólo 4 años y le tenía un pánico terrible. No me gustaba quedarme a esperarla y cada vez que salía le gritaba con desesperación a mi mamá que nos fuéramos del ensayo.
"Grissel", dijo con voz tierna Ivan, el asistente de la diva infantil. "Ven conmigo, vamos a dar una vuelta". Lo tomó de la mano y comenzó a caminar junto con él. No sabía dónde la llevaba, pero él era muy bueno y sólo le estaba hablando de lo bonito que bailaba. Estaba tan entretenida con la conversación que no se dio cuenta en qué momento había entrado a la sala. Estaba frente a la mismísima Yola.

¡Grissel! El sentir que me llamaban me sacó del ensimismamiento. Era un asistente de Yola que había trabajado con ella toda su vida. ¡Miguel!, respondí con mucha euforia y nos abrazamos muy fuerte.

Estaba más gordo que nunca, pero los años no lo habían cambiado. Seguía con esa misma risa escandalosa que me despertaba en las grabaciones cuando estaba muy cansada y me dormía en las piernas de mi mamá.

¡Ahí ‘tá la Chávez, llámenla!, gritó Miguel, el gordito asistente de la diva. Grissel no había dormido casi nada porque no había terminado su tarea del colegio y sus clases eran bien temprano. Se despertó refunfuñando y su mamá le arregló el maquillaje y el peinado, y bajó corriendo las escaleras que la separaban del set principal de grabación del canal.

Sonrió un poco al contarle que ya acababa mi carrera. ¡Yola va a estar contentísima de verte!, me dijo, tratando de no llamar mucho la atención. Tenía un nuevo elenco, pero extrañaba a muchas de sus ex burbujas en las que había puesto muchas esperanzas de que eternamente bailen con ella.

Me senté y esperé. Miraba hacia la ventana donde sabía que estaba. Entre las cortinas se podía ver su silueta, pero parecía que jamás iba a salir de su habitación. Vivía con sus empleadas, pero siempre recibía muchas visitas, sobre todo los días de ensayo, en los que se sentía más feliz.

¡Ya, Grissel, en esta tiene que quedar!, le dijo la diva entre enojada y divertida. En el sketch tenían que tirarle una tuna en la cabeza, y de tantas veces que le había caído, le empezó a doler y comenzó a llorar. Pero ese era el mundo de la televisión. Si quería triunfar tenía que aguantar. Además le gustaba mucho que la diva se haya fijado en ella como su mini estrella.

Miguel volvió a salir hacia donde me encontraba. Se sentó conmigo y me contó que en su última presentación, Yola se había caído y se había torcido el tobillo. Ya había pasado otras veces, pero ella tenía 10 años menos y más vitalidad. Aunque si nos referimos a la vitalidad, esa mujer la había conservado durante más de 30 años y amenazaba con seguir igual.

Parecía que el golpe no había sido tan leve. El doctor, al que visitaba con frecuencia, le había dicho que guardara reposo para que se mejore pronto. Y ella, que se toma siempre las cosas en serio, acató al pie de la letra lo recomendado y con las justas y se iba al baño. Demorándose una hora, pero no se daba por vencida.

"Somos un grupo muy alegre tengo mi pandereta y hacemos un programa. Juntos formaron una banda, la banda de..." Plum! ¿Dónde estaba la diva? En plena Feria de la Alegría en el Cono Norte, se había tropezado con una tabla suelta, y ahora estaba en el piso rodeada de sus burbujitas. Grissel y Liseth la ayudaron a pararse y siguió el show. Pero con la diva sentada en una banquita.

Pasó más o menos una hora desde mi arribo, cuando Yola salió por su ventana. Abrió las cortinas, corrió su asiento un poco más cerca, de donde podía ver a todo su elenco, y habló.
Tenía una presentación en fin de semana y culpó a la descoordinación de su nuevo elenco por su caída. Estaba tan diva como siempre había sido, pero según dicen, los años no pasan en vano. El peso de los años, ya se veía venir en la eternamente niña Yola.

Habló con todos hasta que en una frase se dirigió a mí. "¿Te puedes quedar?", preguntó con su carita inocente. Claro respondí. Me había pasado casi toda la espera recordando su etapa en mi vida, que no quería irme sin hablar con ella.

Cuando todos se fueron y quedamos frente a frente ella y yo, me dijo lo que había querido oír toda aquella noche: "Qué gusto volver a verte, Grissel". El gusto, también era para mí, y en ese momento me di cuenta que bien habían valido la pena las 2 horas de viaje hasta su casa por tan sólo aquella frase.

Conversamos de mucho en tan sólo 15 minutos. Cosas sin importancia que no vale la pena mencionar, pero sí que quiere que vuelva a trabajar con ella. Me encantaría volver a hacerlo y lo haré. Ella fue la mejor parte de mi pasado, y espero ahora forme parte de futuro.

Y estaba sentada allí con ella en la cocina de su casa. "Y tú que quieres ser", le preguntó la diva a Grissel, su burbujita de 6 años. "Yo quiero ser como tú", le respondió.

2 comentarios:

Mamá de 2 dijo...

¡Qué bonita historia y qué lindo escribes! Voy a imprimir esto y se lo mostraré a mi mamá. Es maestra y adora a Yola (y la buena letra).

Un placer conocerte...

Francisco dijo...

Hola Grissell me dio gusto saber de ti en mi blog. Hay un comment for you en él. Sobre Yola se dicen tantas cosas pero creo que marcó en todos los de nuestra(s) generación(es) un sueño, tratar de ser alguien en un mundo competitivo y si bien algunos no continuaron, otros ni lo intentaron (reconozco que fue miedo de hacer el ridículo en el casting) creo que en alguna parte de nuestras vidas hemos luchado por ser alguien y estar donde estamos. Ejemplos de motivación en esta sociedad de porquería faltan.. y aunque mi tía Yola parece que ya quemó, vale la pena recordarla en su vestidito y con su sombrero y pandereta gritándonos "vaaaaaaaa la banda de hola yoooooooola uno tras de otro en filas indiaaaaaas"... sobre todo por aquello de "una banda muy alegre y muy decididaaaaaaaa"
Gracias