viernes, julio 15, 2005

Un ángel más para Dios


Es triste cuando un adulto muere, sea quien fuere, sientes que un alma se fue. Pero es mucho más triste cuando un pequeño se va.

Cuando un almita tan frágil y pequeña se apaga sientes el fin del mundo. Todo el universo se refleje en los niños, quienes traen el equilibrio a este mundo sin conocer su verdadero destino. Nacen y llenan de alegría a los suyos y a los otros también.

Ver a una madre sufrir por un bebé perdido es muy triste. Más triste pensar que no lo viste crecer, que no compartiste con él todos los planes que habías hecho para ese pedacito de tu alma que sale de ti. Ese hombre en miniatura que llegaba para traerte más que preocupaciones. Te traía con él una vida renovada, nuevos sueños, nuevas ilusiones, un soplo de vida nueva.

Es que los niños son los más parecidos a Dios. Sus ojos, sus labios, sus manitas, su frágil cuerpecito, todo lo tienen como él. Son los ángeles que muchos creen que no existen, y que sin embargo cuando uno los ve, están ahí en la mirada, en la risa, en el llanto de un niño.

Este es un intento por despedir a un pequeño trozo de la vida de mi amiga Vanessa. La noticia dejó a todos los que la conocemos muy tristes. Por lo que valía ese niño, por lo que significaba para ella. Lo sentimos mucho, querida Vanessa, Dios quería un angelito más para su coro celestial. Él vivirá siempre en tu corazón.

Mi más sentido pésame.

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